La Colombia que soñamos y por la que trabajamos los maestros

Tenemos un sueño; un sueño de país. Un país donde la ética esté como eje central y como norte que guie el accionar de las personas tanto en el ámbito de lo público como en lo privado. Dónde los intereses colectivos primen sobre los de carácter individual. Donde los valores y los principios no sean solo palabras en desuso y tenga mayor relevancia el ser que el tener.

Soñamos con un país donde prevalezca el Estado Social de Derecho y no el Antisocial de hecho que han impuesto de facto quienes han cooptado todos los órganos de dirección de la sociedad para colocarlos al servicio de sus propios intereses y ambiciones. Soñamos con un país dónde se logre la concreción de los ideales de justicia social para todos plasmados en la Carta Política del 91.

Soñamos con un país dónde el derecho esté al servicio de los ciudadanos, esto es, donde los hombres y mujeres de la patria, sin distingos de ninguna índole sean el centro de las preocupaciones públicas y del accionar del estado y donde las instituciones estén al servicio de la felicidad  y la realización de las personas y no las personas al servicio de poderes constituídos.

Soñamos con un país donde de verdad la vida vuelva a ser el valor fundamental y donde el diálogo, el entendimiento y los acuerdos hagan de las armas, de la guerra, de la violencia, de la intolerancia y del matarnos una página de nuestra historia sin posibilidad alguna de volver a repetirse. Soñamos con la construcción colectiva de un destino común donde la convivencia y la paz se vuelvan permanentes

Soñamos con un país de oportunidades, donde todos y no solo unos pocos puedan ser propietarios y vivir en condiciones de dignidad. Soñamos con la superación de la indignidad que significa el no poder tener acceso a un empleo, a una remuneración justa, a una vivienda propia, a salud, procedimientos y medicamentos oportunos y de calidad y a una educación básica, media, técnica, tecnológica y universitaria de alta calidad y accesible a todos.

Soñamos con un país en el que la inconformidad y la rebeldía de los jóvenes no se estigmatice y donde antes se escuchen y atiendan sus sueños, sus expectativas, sus intereses, sus demandas en lugar de golpearlos, mutilarlos, desaparecerlos e incluso asesinarlos. Soñamos antes con hacerlos partícipes y protagonistas de una sociedad del conocimiento y de las oportunidades. Donde sus sueños de estudio y de trabajo no se trunquen o defrauden. Donde no deban hipotecarse para estudiar. Donde a través de una digna remuneración de su saber interioricen la importancia y el valor de prepararse.

Soñamos con un país sin groseras e inadmisibles desigualdades en el acceso a bienes, servicios y oportunidades. Un país donde por encima de la privatización de lo social, lo público se fortalezca en el entendido de que constituye una forma esencial de retribución e irradiación de bienestar desde el estado hacia los contribuyentes. Soñamos, por ejemplo, con un modelo de sociedad en el que los servicios esenciales estén bajo control público y dejen de ser concebidos como un lucrativo negocio a partir de estructuras tarifarias que empobrecen a muchos y enriquecen a pocos.

Soñamos con una nación en donde lo rural y el campesinado sean apreciados, valorados y apoyados en miras a lograr desde una justa redistribución de la tierra fértil la máxima productividad que garanticen no solo la necesaria seguridad alimentaria a la nación sino valores agregados y/o adicionales para la sociedad tales como el abaratamiento de la vida por vías de alcanzar que la oferta supere la demanda del mercado interno.

Soñamos con un país donde tanto el mejor aprovechamiento de los recursos ictiológicos como el aumento de la productividad en el campo genere que se puedan surtir procesos de procesamiento de excedentes que fomenten la irrupción de nuevas industrias y con ella la posibilidad de multiplicar la oferta en las ciudades de empleo formal. En relación con lo anterior, soñamos además con una notoria disminución de impuestos soportada en una redistribución de las cargas a partir del incremento de la base de los contribuyentes por vía de la expansión de la industria y el comercio..

No menos importante, soñamos con una sociedad y un estado que se relacionen armoniosamente con la naturaleza y donde sea prioridad la protección de nuestros cuerpos de agua, de los páramos, de los bosques y selvas y de nuestra diversidad de flora y fauna. Soñamos con una sociedad cuyos gobernantes prioricen el tránsito de energías fósiles hacia energías renovables en miras de disminuir la emisión de gases de infecto invernadero causantes del calentamiento global y del cambio climático.

Soñamos con un país donde a todas y todos se nos escuche y atienda, con un país incluyente y respetuoso, donde los ciudadanos tengan la posibilidad de participar en los asuntos y las decisiones que los afectan y dónde las políticas públicas se construyan desde abajo hacia arriba y no como históricamente ha ocurrido. Queremos un país donde se concerté un GRAN PACTO POR LA EDUCACIÓN Y POR LA JUVENTUD.

Sé el primero en comentar

Dejar una contestacion

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.


*